Thursday, April 10, 2008

bully

Ayer el periódico EL NORTE publicó que 1 de 3 niños sufre acoso escolar en escuelas privadas de Monterrey. Los más fregados son los de 1°, 2° y 3° de primaria, ya que el 60 por ciento de los niños sufre bullying. Estos eran los datos preliminares del estudio S.O.S Bullying, realizado por la Universidad Regiomontana.

Lejos de los números me puse a pensar en mi infancia y mi relación con el bullying. Tengo cuatro recuerdos específicos sobre el acoso escolar, que como menciona el estudio, también se da entre niñas.

El primero fue en el Colegio Inglés, en preprimaria. Un recreo donde una niña llamada Claudia motivó a las otras niñas para que se escondieran de mí. Méndiga desgraciada. Ya de ahí, nunca me volvió a caer bien. De hecho se salió como a los dos o tres años del colegio.

En tercero de primaria me tocó a mi ser la bully. Me solía juntar con Elva, una niña muy delgada, de escaso cabello. Parecía enferma, pero me da risa como a veces a esa edad a uno le vienen a la mente esas cosas, pero no le das tanta importancia para preguntarlas. Estaba de moda Mario Bros y el Nintendo, nos la pasábamos jugando por las tardes.

Pero un día me sentaron junto a Greta. Ese día recuerdo que en clase empezamos a platicar de historias de miedo. Ese sería el inicio de una amistad que duró hasta los 14 años de edad, cuando me mudé de Torreón. Cuando llegó el recreo hubo una condición: "Vamos a juntarnos, pero no con Elva". Encrucijada moral. No haré la historia larga, desafanamos a Elva, a quien ésto le ha de haber dolido en el alma. Al año siguiente se salió de la escuela. Nunca más supe de ella.

En sexto de primaria karma police came to me. Greta, María Elena y yo crecimos mucho más rápido que los demás. Así que los niños, lidereados por Adrián, nos comenzaron a llamar "Jirafas". Bullys del mal. Aquí sí le sufrí porque realmente no sabía cómo detener estos apodos. El Adrián estaba regordo, pero se necesita tener algo para ser capaz burlarse del físico del otro, yo la neta no lo tenía y no se la regresé nunca. Thanks God llegó la secundaria, la pubertad y las hormonas... y comenzó el interés por ser amigos de las jirafas jaja.

En segundo de secundaria me mudé a Monterrey. Después de pasar ocho años en el mismo colegio, con los mismos amigos fue doloroso en un principio el cambio. Me recibió el Colegio Labastida, en ese entonces éramos puras mujeres: niñas y monjas.

Ahí me tocó con Gaby, una bully de primera, que la prepa le cayó bien porque cambió 180 grados. Antes de su conversión, un día en el auditorio me aventó un chicle en el pelo. ¡No manches! con 15 años de edad haciendo eso. Voltée y riéndose estaban ella y Marisela. Las ignoré, era nueva y no conocía esas dinámicas sociales adolescentes.

¡Lo más irónico fue ver ayer a Marisela en la conferencia que ofreció el investigador David Rico, presentando los resultados de la investigación sobre el bullying! Nos saludamos de lejos, pero sí tenía muchas ganas de acercarme y preguntarle si se acordaba del episodio del chicle jaja. Vueltas da la vida, eh.

En mi infancia y adolescencia como fregué, me fregaron. Pero en general creo que no viví en un ambiente de acoso escolar, como me ha tocado escuchar algunas experiencias ahora. Una buena canción motivacional para quienes sufren bullying podría ser One Angry Dwarf and 200 Solemn Faces de Ben Folds Five.

3 comments:

Anonymous said...

with all due respect... tus historias difícilmente se catalogan como bullying... se quedan cortísimas con unas tantas que yo tengo por ahí guardadas...

Andrea Mentxaka said...

jaja sí ya sé, están bastante lights, pero entran dentro de las conductas del acoso escolar o bullying.

El problema es cuando éstas se repiten en el mismo individuo, por un largo período de tiempo. Thanks god no me tocó a mí. Ahora sí como dice el dicho: 'no importa lo duro, sino lo tupido'

Anonymous said...

Pues yo he de decir que si en algún momento me ha tratado mal en la vida es gracias al karma negativo que generé en la secundaria... había un chico, grande muy grande el cual no sabía aprovechar su físico, blanco blanco al cual le decíamos "el lechero".
Yo jamás entendí por que jamás se cambió de escuela, por que al pobre le pegábamos a diario (simplemente bastaba que fuera martes para darle una golpiza colectiva n el taller de electrisidad) y así durante tres años. Llegamos al punto de irlo a buscar a su casa para molestarlo ahí (recuerdo ese episodio entre lagrimas del pobre lechero)... tiempo después se hizo narco, dicen las malas lenguas y supuestamente juro que si nos topaba de nuevo cobraría venganza (que bien merecida la tiene, a decir verdad) .
Un día, despues de ver elefante una amiga me preguntó: " ¿será verdad tanta maldad contra una persona?"... al pensar en el lechero dije... igual y hasta se queda corta.

Un problema serio eso del bulliyng.

Saludos por allá y aguas con los chicos problema